Un alguien
viernes, 24 de abril de 2015Mayra Pulido
@cuadernicola
Caminaban en silencio. La niña,
que tenía las medias y la falda sucias, miraba al suelo con sus grandes ojos
húmedos. Su padre la sostenía de la mano con firmeza, dando pasos tan largos
que hacían que ella saltara para alcanzarlo. Él se detuvo y se quedó estático.
- Mira -le dijo con suavidad.
-¿Qué miro papá? – respondió
achicando los ojos para enfocar su visión.
- A ese hombre - esta vez, el
padre había puesto su mano en la cara de la niña, dirigiéndola hacia un hombre
con tapabocas que barría la carretera.
La niña se quedó en silencio,
observando cómo el polvo se levantaba con el movimiento de la escoba de cerdas
duras. Sin entender por qué su padre se comportaba de esa manera, buscó alguna
señal en el rostro del hombre, detrás de su tapabocas se escondía algo más que
una barba mal rasurada, las arrugas que rodeaban sus ojos eran de una sonrisa.
Su padre, que ahora estaba cruzado de brazos y zapateando, empezó a hablar.
-¿Por qué la risita? Acaso no
ves, este hombre no ha estudiado, por la razón que sea ahora está allí
barriendo las calles y no puede hacer otra cosa. Eso es lo que te he querido
decir, siempre. No entiendo como tú, hijita, teniendo todas las posibilidades,
simplemente no las aprovechas, te la pasas jugando y correteando cuando debes estar
enfocada en tu estudio, tu futuro. Para ser alguien en la vida tienes que
esforzarte, no puedes seguir malgastando tu tiempo.
El monólogo continúo. Ajeno a la
discusión que había ocasionado, el hombre que barría, recordaba una nota que
había encontrado sobre el comedor, "eres el mejor papá del mundo" se
alcanzaba a entender junto a un dibujo al que le faltaban colores pero no
gracia, que intentaba imitar una tarde de fútbol.
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